Este es uno de los fotógrafos que más me impresionó y que más me gustó. Su trabajo me causó una gran impresión, no sólo por la materia prima del mismo por así decirlo, sino por lo que logra captar con esto, porque se atrevió a hacer algo diferente y mostrar estas personalidades que alguna vez fueron como lo que fueron o pudieron ser, tal vez con lo que nunca soñaron ser pero que va más allá de lo que la gente común puede desear: quedar inmortalmente registrados de una manera sumamente artística e innovadora. Muchos pueden sorprenderse y hasta repudiar lo que hace, pero ¿cuántas veces no hemos visto imágenes de animales muertos que nos parecen una verdadera maravilla? es exactamente lo mismo, pero siempre nos impactará más porque se trata de nuestra misma especie y el humano nunca se imagina que pueda tornarse en un simple objeto más, un animal más; sin embargo siempre hemos sido eso, un elemento más, ni superior ni inferior, de este inmenso mundo.
Para un fotógrafo romántico y místico como Witkin, el debate del bien y el mal se sitúa inevitablemente en la esfera estética de lo bello y lo feo. De tal forma, que los personajes vivos que generalmente retrata con máscaras y vendas, son siempre seres con deformaciones físicas o amputaciones, andróginos, hermafroditas (individuos con una identidad confusa podríamos decir) que se salen de lo normal y se incluyen en el apartado de seres más o menos extraños, raros o incluso grotescos. Sus esfuerzos artísticos se concentran en dignificar y extraer otra idea de belleza, de bondad, de unos seres más cercanos socialmente al mal por una suerte de ética enraizada en una moral no transgresora.
Witkin, busca con dificultad a los modelos (pone anuncios buscando “mitos vivientes”, toda clase de malformaciones y amputaciones), fabrica algunos de sus seres en el laboratorio fotográfico, trabajando manualmente cada negativo como un collage de elementos captados por separado. Su obra, que apenas ha experimentado variaciones en 20 años, trata, según él afirma, de “amor y redención”. Y aún conociendo sus pequeñas imposturas sus obras no dejan nunca de impresionarnos. Impresionan desde luego porque nos obligan a mirar lo que no querríamos ver y porque nos espanta imaginar el contacto directo del artista con ese mundo horrendo (incluso él ha confesado alguna vez haberse asustado de sí mismo). Pero nos impresionan también por su exquisita belleza, que las justifica.
Joel-Peter Witkin (Nueva York, 1939) fue técnico en un estudio especializado en el proceso Dye Transfer, y más tarde asistente en dos estudios fotográficos. Seguidamente trabajó como fotógrafo en el ejército.
En 1967 decidió trabajar como fotógrafo independiente y actuó como fotógrafo oficial de City Walls Inc. de Nueva York. Posteriormente realizó estudios en la Cooper School of Fine Arts, de NY, donde obtuvo en 1974 el título de Bachiller en Arte. Después de haber obtenido una beca de poesía en la Columbia University, finalizó sus estudios en la Universidad de Nuevo Mexico, con el título Master of Fine Arts. Actualmente enseña fotografía.
En 1967 decidió trabajar como fotógrafo independiente y actuó como fotógrafo oficial de City Walls Inc. de Nueva York. Posteriormente realizó estudios en la Cooper School of Fine Arts, de NY, donde obtuvo en 1974 el título de Bachiller en Arte. Después de haber obtenido una beca de poesía en la Columbia University, finalizó sus estudios en la Universidad de Nuevo Mexico, con el título Master of Fine Arts. Actualmente enseña fotografía.
La fascinación de Witkin por lo macabro habría surgido cuando, a los 6 años, presenció un accidente automovilístico en el que la cabeza de una niña rodó a sus pies. Sus primeras fotografías las hizo a los 16 para su hermano gemelo Jerome, pintor, en una feria: monstruos y un hermafrodita con el que habría tenido su primera experiencia sexual. Estudió escultura, trabajó en un taller de revelado, se alistó en el ejército como fotógrafo y fue maître de un restaurante hasta que a principios de los 80 su obra pasó repentinamente a ser codiciada.
Joel-Peter Witkin es, como poco, excéntrico. Vive en un rancho de Alburquerque, Nuevo México, con su mujer (tatuadora), su hijo y la amante de su mujer. Durante un tiempo pensó que tenía poderes sobrenaturales y aún hoy espera ser abducido cualquier día por los extraterrestres. Nadie, salvo él y su continuador Andrés Serrano, sería capaz de encerrarse en una morgue para manejar fragmentos de cadáveres.Su artista favorito es Giotto. También tuvo acercamiento al arte de Arcimboldo, el Bosco y Goya, pero la más obvia influencia artística en su trabajo es el Surrealismo ( sobre todo Max Ernst ) y el Arte Barroco, además que su obra recuerda mucho a los primeros Daguerrotipos. Pero Witkin (que a pesar de sus detractores y hasta de la censura política, es hoy uno de los fotógrafos “mayores”) ni es un loco ni es un provocador sin más. Aunque su postura sea hoy difícilmente asimilable, ha actualizado las tradiciones decimonónicas de lo gótico y lo decadente, llevando a sus extremos algunos de sus componentes: las referencias religiosas, mitológicas y artísticas, el culto a la muerte, la perversión sexual, el placer en el terror.
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